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Las instituciones financieras actuales se ven obligadas a avanzar más rápido, escalar de forma más inteligente y operar con mayor resiliencia. En nuestras dos entradas anteriores, exploramos las dos primeras fuerzas que impulsan ese cambio: Código y Capital . El código representa la base inteligente: plataformas nativas en la nube, flujos de trabajo impulsados por la IA y la automatización como principios básicos de ingeniería. El capital es el flujo dinámico de valor: finanzas integradas, activos tokenizados y nuevos modelos de negocio creados para prosperar en ecosistemas distribuidos.
Pero para escalar cualquiera de los dos, las instituciones deben adoptar la tercera fuerza, y quizás la más crítica, de nuestras 3 C que dan forma al futuro de los servicios financieros: el cambio.
El cambio ya no es el resultado de la transformación. Es una capacidad diseñada.
Las empresas que realmente están avanzando, aquellas que están aprovechando todo el valor de sus inversiones en IA o reinventando la forma de monetizar sus productos, no se limitan a crear plataformas más inteligentes. Están diseñando desde cero para ser adaptables.
En el entorno actual, la agilidad no es una característica. Es un rasgo fundamental. La velocidad de la regulación, las expectativas cambiantes de los clientes y las tecnologías emergentes están reduciendo los plazos de decisión y aumentando el coste de los retrasos. La capacidad de adaptarse en tiempo real, de forma segura, inteligente y a gran escala, definirá a los líderes financieros del mañana.
Por eso, el futuro no se construirá solo con proyectos de transformación. Lo moldearán las instituciones que traten el cambio no como una fase, sino como una capacidad de la plataforma diseñada para responder, evolucionar y acelerar sin interrupciones.
El cambio no es algo a lo que las instituciones financieras reaccionan, sino el entorno en el que operan. Las exigencias normativas, los avances tecnológicos y las crecientes expectativas de los clientes están convergiendo, lo que obliga a las empresas a pasar de una transformación episódica a una adaptabilidad continua.
Los cambios normativos están liderando esta tendencia. La Consumer Duty en el Reino Unido, FedNow en Estados Unidos y marcos globales como Basilea III y ESG están convirtiendo el cumplimiento normativo en una disciplina en tiempo real. Va mucho más allá de las auditorías anuales y se convierte en una supervisión continua por defecto.
La tecnología está acelerando el ritmo. La GenAI, los pagos en tiempo real y los activos tokenizados están redefiniendo la forma en que se crean y prestan los servicios financieros. La mayoría de los sistemas heredados no fueron diseñados para esta velocidad.
Y los clientes ahora esperan más que velocidad; exigen relevancia, confianza y personalización en cada punto de contacto. Para mantenerse al día, los líderes deben pensar de forma diferente. La agilidad no es una mejora del proceso. Es un requisito de la plataforma.
La agilidad no se consigue en la periferia, sino que se integra en el núcleo. Para las empresas financieras, eso significa diseñar la adaptabilidad en tres frentes: cómo gestionan el riesgo y el cumplimiento normativo, cómo crean y escalan sistemas resilientes y cómo operan sus equipos en el día a día. Así es como se traduce en la práctica:
1. Agilidad normativa
El cumplimiento normativo ya no es una función que se realiza al final del proceso. Se está convirtiendo en una capacidad integrada, que evoluciona junto con la normativa e se integra directamente en las operaciones digitales.
Imaginemos una plataforma de préstamos que se adapta instantáneamente a las nuevas directrices de préstamos justos mediante la actualización de las políticas modelo a través de código. O un motor de transacciones que señala posibles fraudes o incumplimientos de ESG en tiempo real, basándose en umbrales normativos actualizados continuamente.
Con arquitecturas modulares y políticas como código, las instituciones financieras pueden pasar de un cumplimiento reactivo a sistemas proactivos y demostrables por diseño.
2. Resiliencia en el núcleo
La resiliencia moderna es más que el tiempo de actividad. Es la capacidad de absorber impactos, proteger la confianza y adaptar la infraestructura sin interrupciones.
Esto podría traducirse en una plataforma de atención al cliente con herramientas de validación de modelos integradas que garantizan que todas las respuestas generadas por IA cumplen las normas de auditoría. O un motor de análisis de riesgos que activa automáticamente flujos de trabajo de revisión cuando se detectan datos atípicos en la supervisión de la cartera.
Con la observabilidad integrada y los marcos de pruebas en tiempo real, la resiliencia se convierte en un estado continuo, no en una respuesta de emergencia.
3. Preparación organizativa
La tecnología solo puede escalar tan rápido como los equipos que hay detrás. Por eso, las organizaciones verdaderamente adaptables están replanteándose cómo estructuran sus equipos, cómo entregan sus productos y cómo gestionan la innovación.
Piense en equipos de producto alineados con los recorridos de los clientes, respaldados por API compartidas, sistemas de diseño y plataformas de datos. O en expertos en riesgos y cumplimiento normativo integrados en los equipos de desarrollo para colaborar en la creación del cambio, en lugar de imponerlo a posteriori. Piense en equipos de producto alineados con los recorridos de los clientes, respaldados por API compartidas, sistemas de diseño y plataformas de datos. O en expertos en riesgos y cumplimiento normativo integrados en los equipos de desarrollo para colaborar en la creación del cambio, en lugar de imponerlo a posteriori.
Estos modelos eliminan los silos, aceleran la entrega e integran la transformación en las operaciones cotidianas, incluyendo una gestión del cambio inteligente e integrada que dota a los equipos de los consejos, las herramientas y los comportamientos necesarios para impulsar la adopción y lograr un impacto en el negocio.
Esto es lo que significa diseñar para el cambio: no solo responder, sino anticiparse y acelerarlo. Y aunque los principios son claros, el valor real reside en cómo se aplican. Así es como lo vivió una organización de servicios financieros que trató la adaptabilidad no como una limitación, sino como una ventaja competitiva.
Un banco minorista líder del Reino Unido se enfrentaba a un complejo reto: implementar la autenticación reforzada de clientes (SCA) en todo su ecosistema de pagos digitales en un plazo regulatorio muy ajustado. Pero en lugar de tratarlo como un ejercicio de cumplimiento normativo, el banco aprovechó la oportunidad para diseñar la adaptabilidad.
Con el apoyo de GlobalLogic, el banco implementó una solución de supervisión AIOps que unificó los datos aislados en una única vista operativa. Los paneles de control en tiempo real proporcionaron a los propietarios de los productos y a los equipos de soporte visibilidad de toda la infraestructura de pagos, lo que permitió resolver los problemas más rápidamente, realizar pruebas en vivo en entornos inferiores y gestionar los riesgos de forma proactiva.
El resultado no fue solo la preparación para el cumplimiento normativo. Fue un cambio de operaciones reactivas a una plataforma diseñada para el cumplimiento continuo, la resiliencia y una entrega más rápida, convirtiendo una obligación en una ventaja estratégica a largo plazo.
La capacidad de adaptación ya no puede depender de procesos manuales o soluciones aisladas. Debe estar integrada en la arquitectura. Aquí es donde convergen el código, el capital y el cambio: el código impulsa la toma de decisiones basadas en la inteligencia artificial, la infraestructura en tiempo real y la inteligencia escalable. El capital fluye a través de activos tokenizados, finanzas integradas y ecosistemas impulsados por plataformas. El cambio se pone en práctica centrándose en las necesidades y objetivos de los usuarios, integrando bucles de retroalimentación continua, flujos de trabajo intuitivos y herramientas que facilitan la adopción directamente en el proceso de desarrollo.
Para respaldar esta convergencia, la arquitectura adaptativa debe ser:
Así es como las instituciones líderes están diseñando el futuro. No preparándose para la próxima disrupción, sino construyendo plataformas que prosperan con ella.
La próxima era del liderazgo en los servicios financieros no estará definida por quién da el primer paso, sino por quién está preparado para seguir avanzando.
Las empresas financieras que definirán la próxima década están diseñando y desarrollando de forma más inteligente. Están pasando de una transformación episódica a una reinvención continua, impulsadas por plataformas diseñadas para evolucionar.
El cambio ya no es una fase que hay que superar. Es la capacidad fundamental que hace que la innovación sea sostenible. A medida que el código y el capital remodelan la infraestructura y el flujo de los servicios financieros, el cambio es lo que garantiza que todo se mantenga de forma segura, inteligente y a gran escala.
Estamos viendo cómo las empresas líderes ponen en práctica este principio. Si estás explorando lo que significa diseñar para el cambio, estamos aquí para compartir lo que estamos aprendiendo.
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